VILADOMAT
Popular guesthouse in one of the most emblematic streets of the old Girona.
If you want to put your luggage down in one of the most emblematic streets of old Girona, where many shops are located, this popular boarding house is for you. It is housed in an old building and has 16 rooms, from single to triple, spread over two floors, without a lift. All of them are bright, well-maintained and equipped with mini refrigerators, some with built-in showers, others with shared showers. Prior reservation is required to take advantage of them. Reception will be on the second floor.
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Members' reviews on VILADOMAT
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L'emplaçament és perfecte, tot i que a la nit hi havia molt soroll del carrer (sobretot de camions de deixalles, alguns vehicles, gent que passa de gresca), però s'arregla tancant la finestra.
L'habitació correcta, bé, confortable.
Per a nosaltres no va ser cap problema, però tingueu present que no hi ha ascensor;
El personal molt sec de tracte, però correcte i més que funcional, és a dir, no hi vam tenir cap problema.
Ho recomanem i hi repetiríem
El sábado por la noche volví a la pensión después de cenar con un amigo al que tenía que entregarle su regalo de cumpleaños, porque olvidé llevarlo al restaurante. Para no subir los cuatro pisos, coger el regalo, bajar, entregarle el regalo a mi amigo y subir los cuatro pisos de vuelta, le dije a él que subiera.
Cuando pisamos el rellano del segundo piso, donde se encuentra la recepción, el dueño de la recepción abrió la puerta de golpe (como si hubiera estado observando por la mirilla; de lo contrario no entiendo esa inmediatez) y, de una forma muy brusca, dijo en catalán “¿quién es este hombre?”. Me lo quedé mirando y le respondí en catalán “este hombre es una persona que viene a recoger un paquete y se va”. El dueño me espetó entonces: “está prohibido que entren en la pensión personas que no están alojadas. Te lo dije ayer”. Eso último es completamente falso porque cuando me registré, como reservé una habitación doble, me pidió “los dni de las dos personas que os vais a alojar” y le dije que me alojaba yo sola, que esa era la opción que me salió en booking.com, pero que la habitación la iba a ocupar solo yo. Me dijo que, de haberlo sabido antes, me habría dado una habitación con una cama doble, no con dos camas, como la habitación que me había asignado, y ese fue todo el comentario que me hizo. En ningún momento mencionó nada más, ni mucho menos el hecho de que no pudieran entrar en la pensión personas que no estuvieran registradas.
Le volví a decir al dueño que mi amigo no se iba a quedar, que solo subía para que yo no tuviese que bajar y volver a subir y me interrumpió para decirme “Está prohibida la entrada a personas que no se alojen. Son las normas”. Mi amigo le preguntó “¿son las normas de hoy?”, y el hombre respondió que eran las normas de toda la vida. Así que tuve que decirle a mi amigo que bajase a esperar a la calle, terminé de subir hasta el cuarto piso, cogí el paquete y volví a bajar. Cuando llegamos a la calle, mi amigo me dijo “seguro que a dos personas catalanas no las trata así” y, lamentablemente, tengo que estar de acuerdo con él. Somos dos personas afro y eso hizo que nos tratara así.
El domingo por la mañana tenía que dejar la habitación libre a las 11:00. Como en la pared de mi habitación había un papel enganchado en el que se leía “no tarjetas de crédito”, decidí salir, acercarme al coche a dejar los bultos, sacar el dinero para pagar en efectivo y volver al hotel para hacer el check out. Eran las 10:20 y, entre ir y volver, iba a emplear, como mucho, veinte minutos.
Cuando estaba sacando dinero en el banco, veo una llamada perdida de la pensión y un mensaje en el buzón de voz. El mensaje era del dueño diciendo “se ha ido sin devolver la llave”. Saqué el dinero y emprendí la vuelta a la pensión para hacer el check out y pagar.
Casualmente, cuando enfilé el carrer Nou, me encontré al dueño de la pensión. Se me acercó y me dijo “no has devuelto la llave”. Le respondí “puedo estar en la habitación hasta las once. Son las 10:45; he ido al coche a dejar la maleta y a sacar dinero y ya voy de vuelta a la pensión a devolver la llave y a pagar. ¿Qué problema hay?”. El hombre me dijo “es que ya están limpiando la habitación” y yo insistí en que me dirigía a la pensión a devolver la llave y pagar y, de nuevo, pregunté cuál era el problema. El tipo me dijo entonces que el pago ya se había descontado de mi tarjeta, que podía darle a él las llaves. Así que, en plena calle, le devolví las llaves y me marché.
A pesar de que la pensión, para una estancia corta, está pasable -siempre que puedas permitirte subir cuatro pisos de escaleras-, como clienta me he sentido mal tratada, así que recomiendo valorar cualquier otra opción de alojamiento en Girona antes que la pensión Viladomat.
Dommage que l'accueil ne soit pas du tout à la hauteur.
Cela reste un très bon rapport qualité prix.